viernes, 8 de diciembre de 2006

El Fin del Mundo

Con frecuencia escuchamos expresiones en donde se confunde planeta y mundo. Hoy me interesa debatir sobre la diferencia que hay entre el fin del mundo y el fin del planeta: el mundo ha llegado varias veces a un final, mientras que el planeta, a Dios gracias, todavía gira lleno de vida.

Y la diferencia estriba fundamentalmente en que el mundo es un ambiente, mientras que el planeta es un cuerpo que contiene estos ambientes. El mundo es al planeta lo que la decoración es a la casa: podemos remodelar muchas veces sin demoler la casa.

En nuestro planeta han existido y existen varios mundos, incluso con o sin humanidad. De allí que hablemos del mundo animal, del mundo de los romanos, del mundo desarrollado, del tercer mundo, de mi mundo y de muchos más. Cuando los aqueos, espartanos, micénicos y troyanos se estaban matando hace 33 siglos en la guerra de Troya, estaban peleando una guerra que involucraba a todo su mundo, ¿Cómo es que entonces la primera guerra mundial se peleo apenas el siglo pasado?. La guerra de Troya puso fin al mundo troyano y dio auge al mundo griego. La gran guerra europea puso fin al imperio austro-hungaro, pero más importante aún, condujo a la creación de una figura de soberanía supra-nacional a partir de la liga de las naciones y cambió el protagonismo del mundo de Europa a América.

Pero, ¿por qué se acaban los mundos?. Principalmente, porque nada es para siempre. Todo se agota, se desgasta, se hace obsoleto: los recursos, los modelos, las visiones compartidas, los líderes. Los signos ya los hemos visto: grandes desequilibrios sociales y económicos, divisiones políticas, separaciones nacionales y guerras. Fanatismo y fundamentalismo, aunque parezcan contradictorios con los síntomas, son los principales catalizadores; emulando manotazos en el intento de rescatar una edad de esplendor ya perdida.

El mundo que conocemos ya no es sustentable por mucho más tiempo. Debe llegar a un final para que podamos remodelar y crear un mundo nuevo. ¿cuántos deben morir en el fin del mundo?. Nadie debe morir. Nadie quiere morir. Muchos pueden dejar la vida.

De lo que pueda ocurrir tendrán tanta o más responsabilidad los indolentes, para los que Dante Alighieri (y Marisa Vannini, en su versión y comentarios) reservó un lugar en un limbo imaginario: “…condenados a correr afanados tras una bandera gris y descolorida como ellos, seres de espíritu tibio, almas que nunca sirvieron ni al bien ni al mal, no tuvieron interés en ninguna causa, no se entusiasmaron por nada (…) no pueden ya morir, pues ya están muertos…”. Clamemos entonces: ¡Levántate Lázaro!.

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