sábado, 8 de septiembre de 2007

Enciende el televisor

De pronto recordé aquellos viejos aparatos de televisión que funcionaban con tubos de vacío y diodos, en lugar de los transistores miniaturizados que tienen los artefactos actuales. Cuando apagabas aquellos televisores la imagen, que abarcaba toda la pantalla, parecía reducirse y quedar por un rato contenida en un puntito luminoso en el centro del rectángulo de vidrio. Mi hermano y yo, que en la época de ese recuerdo teníamos 5 y 6 años respectivamente, nos acercábamos al aparato jugando a que podíamos aún ver en el puntito la imagen de la pantalla completa, como si de un portal mágico se tratara.

Pero ¿por qué vino este recuerdo?. Hace una hora cuando estaba buscando los implementos mi mente estaba en gris, como apagada; o más bien en automático; sin razonar ni recordar; simplemente como siguiendo un programa minuciosamente elaborado y premeditado. Revisé varios cajones y cajas, hasta que encontré una bolsa plástica. Un detalle paradójico era que tenía el dibujo de una cabeza con cara triste y el típico circulo cruzado que simboliza “prohibido”, como alertando del peligro de asfixia si se usaba para cubrir la cabeza. Luego busqué en varias gavetas hasta que conseguí un rollo de cinta adhesiva para embalaje. Luego escribí una nota, que no era de despedida, ni pedía auxilio, simplemente libraba a los inocentes de cualquier sospecha. Este es mi acto y de nadie más. Al rato ya había cortado un pedazo burdo del “tirro” y lo usé para pegar mi escueta nota en la puerta del armario. Entré, cerré la puerta y me acomodé en una esquina. Las piernas estiradas, la espalda contra la pared. Bolsa en la cabeza, cinta adhesiva para sellar el cuello. Respiración lenta con la boca cerrada y sin jadeo; somnolencia y comienzo a recordar ¿o será más bien a soñar?.

Aparece el punto en la pantalla y me acerco a ver que hay. Si, parece que vi algo, espera, espera, ¿dónde está el puntito?; ahora todo está casi negro, quiero encender nuevamente la pantalla, pero no puedo mover los brazos ni nada. Siempre había escuchado o leído que la vida entera pasa ante tus ojos en este momento, pero esto es ridículo, alguien apagó el televisor. Lo peor es que creo que fui yo mismo.

Ahora en los últimos momentos, mientras todo se pone más oscuro, solo se me ocurren las cosas que no hice, los lugares que no visité, las personas que no conocí, las paces que me falto hacer. Rabia, impotencia y confusión. Ahora siento mucho cansancio. Ahora no siento nada. Me fui.