Ya se va haciendo uno la idea, por cotidianidad, que el "hombre nuevo" de este socialismo que nos toca, es un hombre que por fuerza debe estar sujeto a la línea del partido único, que es la línea del líder único. Sujeción que implica mejor estar callado, porque ya el líder lo dijo todo.
Tan pronto alguien presenta un argumento para hacer ajustes que permitan que todos los venezolanos tengamos cabida, entonces ya deja de ser "masa", "colectivo", "pueblo", para convertirse en otra cosa, irrepetible por ser irrespetuosa.
Ciertamente el Señor Cardenal habla desde una palestra, a la que ha llegado después de toda una vida de servicio. El Señor Presidente también lo hace desde su respectiva palestra, a la que ha llegado ganado las elecciones que le ha tocado enfrentar. Ambos tienen mérito para estar en donde están, ambos tienen perfecto derecho para hablar y proponer. Ninguno tiene derecho para insultar.
Lamentablemente hoy se hace apología de este delito y se pasa a justificar una conducta reprochable: el insulto. Espero que los que lo hacen no se vean en la situación de emitir una opinión frontalmente contraria a la de la línea del líder único, porque entonces lamentarán haber aplaudido lo que hoy aplauden (como ya ha ocurrido muchas veces).
Que Dios les conceda la Gracia.
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