sábado, 10 de julio de 2010

Reflexiones sobre la Felicidad





En el sermón de la montaña Jesús nos dice, por medio de las bienaventuranzas, que la verdadera felicidad está en: 
  • Vivir como si no tuviéramos nada, aún teniendo, con el corazón sin apego a las cosas de este mundo, amando a Dios por encima de todo. 
  • Abandonar toda forma de violencia y obrar con un temperamento apacible, sosegado, tranquilo, que corresponda con un corazón paciente, que conoce las propias limitaciones y debilidades. 
  • Llevar con paciencia los dolores y sufrimientos de este mundo, sin reservarnos el llanto ni rechazar el consuelo. 
  • Esperar el premio de la justicia de Dios, perdonando todas las ofensas de este mundo. 
  • Sentir en el propio corazón la necesidad de los demás, haciendo el bien material y espiritual a los más pequeños del Reino de nuestro Señor. 
  • Perseverar en la devoción a las cosas santas, así como en la compasión, para presentar un corazón limpio a Dios. 
  • Colaborar en la construcción de la paz en cualquier lugar a donde podamos llegar. Una paz de justicia, reconciliación, amistad y concordia, pero sobre todo la Paz de Cristo, de confianza en el perdón de los pecados y de esperanza en la resurrección y en la vida eterna. 
  • Ser perseguidos, pero por cumplir celosamente los mandamientos de Dios y por hacer siempre lo que es agradable a Dios. 
  • Ser rechazados por el mundo, pero por rechazar también lo que el mundo quiere que hagamos.
Mientras vamos peregrinando por este mundo vamos descubriendo que hay cosas que duran solo un instante; otras duran unos días; otras llegan a durar años; algunas incluso deben durar toda la vida; pero lo mejor es eterno. El secreto de la felicidad está en diferenciar y reconocer lo uno de lo otro y hacer todo por preferir lo que es eterno.





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