lunes, 19 de mayo de 2008

La Alianza

Así como todo Padre responsable engendra para que su descendencia continúe y supere sus obras, DIOS, que es el modelo de este Padre, creó al hombre para ejercer autoridad sobre su obra. Así como el hijo bueno reconoce a su Padre, que le ha engendrado, el hombre bueno reconoce a DIOS, que le ha creado.

El hombre ha evolucionado desde la animalidad hasta la humanidad. Pero DIOS quiere que lleguemos aún más lejos. Quiere que seamos santos para que nuestro gobierno del mundo esté lleno de virtud. Este es el signo de nuestra salvación, que además de ser salvación de nuestro espíritu, también lo sería de nuestro mundo.

La Ley Natural, basada en el conocimiento del bien y del mal, aunque evidente para el entendimiento del primer ser al que podemos reconocer como hombre, no fue suficiente para superar nuestra concupiscencia, que es el apetito desordenado de nuestro cuerpo y nuestra mente por el placer que nos hace egoístas. Por eso DIOS nos dio el Decálogo.

Sin embargo, el hombre tiende a olvidar a DIOS, a su promesa y a su Ley. Por eso DIOS nos dio a su HIJO como modelo y camino para alcanzar la Santidad.

El HIJO de DIOS, redentor de toda la humanidad, es testimonio del cumplimiento de la Ley en los términos mucho más sencillos del Amor. Primero como un Amor de Justicia, que es amar a DIOS, nuestro Creador, por encima de todas las cosas. Y luego como un Amor de Caridad, que es amar a todos los demás como a ti mismo.

La alianza, renovada y eterna, expuesta en estos términos es más fácil de comprender y cumplir. Si perseveramos en la justicia y la caridad, seremos santos y nos salvaremos.

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