sábado, 10 de mayo de 2008

El Espíritu

El alma fue descrita por San Agustín como la substancia inmortal del ser. De su descripción del alma, hoy podemos reconocer separadamente a la mente y al espíritu. A la mente la discernimos en este concepto porque reiteradamente San Agustín se refería en su ensayo al razonamiento y a la ciencia. Al espíritu lo inferimos cuando él habla de vida y eternidad. Así como la claridad viene de la luz, la vida viene del espíritu. No hay claridad sin luz, ni luz sin claridad; la luz es la misma esencia de la claridad. De este modo el espíritu es la misma esencia de la vida, y por esto es inmortal.

Conoces la teoría celular. Todo en los seres vivos está formado por células y todas las células proceden de células pre-existentes. La primera célula, hecha a partir de la materia del universo, recibió la vida por el espíritu que procede del PADRE. La materia vive por el espíritu. La materia es cosa muerta cuando no tiene el espíritu.

Aunque el espíritu vive eternamente, no ocurre lo mismo con el cuerpo del ser que acoge al espíritu. La materia, de la que también están hechos los seres vivos, está en continua transformación. Cuando producto de estas transformaciones, o como consecuencia de la interrelación con su entorno, el cuerpo del ser pierde su equilibrio homeostático, sobreviene la enfermedad y la muerte de éste. En cualquier caso, la materia de la que está hecho no se destruye y será reciclada. Cuando esto ocurre, el espíritu, que proviene de DIOS, regresa a DIOS.

Por otra parte, la mente es un conjunto de funciones desarrolladas en un órgano del cuerpo. Por esto, la mente en sí misma no es inmortal. Hoy sabemos que estas funciones son producto de intercambios químicos y energéticos que ocurren en células especializadas. Algunas de las funciones más evidentes de la mente son el razonamiento, la percepción, la memoria, la imaginación, la voluntad y la emoción. Algunas de estas funciones están mucho más desarrolladas en algunos seres que en otros. Así algunos tienen grandes poderes de percepción, a través de los sentidos de la vista, el olfato y el oído. Otros tienen una gran memoria. Al ser humano le ha correspondido un notable desarrollo del razonamiento y de la imaginación. Todas estas funciones son dones de DIOS. Son diferentes en cada ser debido a que DIOS, en su maravilloso diseño, ha preferido la diversidad para que seamos interdependientes y para que, de este misterioso modo, procuremos llegar a ser UNO.

Pero retomemos nuevamente la descripción del alma que hizo San Agustín. En el concepto del alma él integraba la mente y el espíritu. Son substancias de muy distinta naturaleza: material e inmaterial; mortal e inmortal; herramienta e inspiración; don y donante. Un par que parece muy distinto, por lo tanto amalgama. La mente gobierna al cuerpo y lucha contra el espíritu por la supremacía del ser. Esta lucha puede prolongase toda una vida. Si la mente se hincha con el razonamiento empapado de soberbia, entonces negará la existencia del espíritu y sólo producirá ideas materialistas y de auto indulgencia. Si en lugar de lucha es debate, que lleva al estudio y conocimiento de la palabra, así como a la obra que nace de la FE, entonces no habrá ni vencidos ni vencedores, si no alianza y salvación.

Ten presente que ese espíritu que hoy te da vida, regresará un día a DIOS y dará cuenta de tus acciones. Solo DIOS es verdadero, todo lo demás es una ilusión.

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